¿Puede un robot ser un gemelo digital del ser humano?
Por Javier Rainer
Hace ya algunos años, más de lo que me gustaría, defendía mi tesis doctoral sobre la “Generación Automática de Presentaciones en Robot-guía”, dirigida por el Catedrático D. Ramón Galán, gran visionario en el mundo de la robótica. Era una nueva línea en la que se iba a trabajar en el grupo de investigación dentro de lo que eran los robots-guía.
En ese momento, el estado del arte indicaba que los desarrollos y trabajos sobre esta línea eran muy pocos, prácticamente nulos. Actualmente, si se revisa la literatura y alguna de las noticias en el ámbito de la robótica, e incluso se vista algún museo, se puede comprobar como ya muchos museos cuentan con la figura del robot-guía, y además estos artilugios están preparados para poder desarrollar presentaciones ad hoc en función del público objetivo, el tiempo disponible, y algunos otros parámetros que le permiten adecuar el contenido del discurso en cada momento. Además, siempre despiertan gran simpática y atención el encontrar un robot-guía como acompañante en la visita a un museo.
Con toda esta reflexión, me gustaría destacar cómo el trabajo de los grupos de investigación en general y de la robótica en particular, plasmada en forma de tesis doctoral, artículos de investigación, y otros medios de difusión, están en algunos casos a años vista hasta que esas investigaciones, años posteriores, se van materializando en artilugios reales. Además, el ser pioneros en los diferentes campos de la ciencia encaja en lo que debería ser la investigación en la Universidad.
Actualmente, y con intención fundamentalmente de darle una dimensión mayor a un robot de lo que puede ser exclusivamente un conjunto de chips y mecánica, se ha venido trabajando en sistemas cognitivos, intentando primero entender cómo funciona el ser humano para a continuación intentarlo implementar en los robots. Aunque todavía muchos hay grandes interrogantes en todo lo relacionado sobre cómo funciona el celebro y muchas de sus funciones.
En este contexto, ya existen robots dedicados al cuidado de mayores y personas que requieren de cuidados especiales. Sobre este último perfil es donde me gustaría plantear la siguiente cuestión y es que cada vez más se pretende que los robots interactúen adecuadamente con el entorno en el que se desenvuelve, no solo eso, sino que además sean capaces de ir recibiendo información sobre determinados comportamientos del robot para mejorar aún más sus tareas y la satisfacción de las personas que cuidad. Pero en este contexto, una persona que no puede expresar sus sentimientos, o simplemente están sumergidos en profundas depresiones, podrían contagiar a los robots de estas terribles enfermedades, ya que en definitiva recibe en muchos casos información errónea. Cada vez más con el gemelo digital, se pretende una réplica virtual realizada a imagen y semejanza de un producto, en este caso de la persona. Esta replica virtual, tendrá sentido siempre que el humano cumpla unas características de comportamiento y conducta adecuadas, que hagan incluso que el comportamiento del robot mejore sobre los inputs iniciales que tenga. Pero el ser humano por perfecto que sea tiene una naturaleza imperfecta, y lo que se pretende también crear artilugios técnicamente perfectos, y ahí nos alejamos de la propia esencia del ser humano…¿tiene sentido por tanto la réplica o el gemelo digital del ser humano en el caso de la robótica?
Ojo! en cualquier caso, hacia donde planteamos la tecnología, ahora que se debate tanto sobre la ética en ChatGPT y otro tipo de cuestiones, lo digo con un toque de humor sobre un chiste que escuchaba hace poco, pero con un trasfondo importante cuando le preguntamos a Siri:
– Siri, ¿tú me quieres?
– No, yo no tengo sentimiento.
– Ahh si, pues me voy a tirar por un puente
– He encontrado 5 puentes cerca de usted…
Afortunadamente si le preguntamos a Siri: ¿tú me quieres?
La respuesta es: te admiro mucho.
Por lo que, miremos siempre el futuro con optimismo, extrayendo, copiando y simulando lo bueno y maravilloso de la naturaleza, y mejorando o perfeccionando todo aquello que se pueda.