Plutón: de planeta a planetoide
Urano, Neptuno y Plutón. Así solía terminar la lista que aprendimos, aquellos que tenemos cierta edad, de los planetas de nuestro sistema solar. Desde agosto del 2006 la sociedad astronómica internacional eliminó a Plutón de esta preciada lista dejándola en solo 8 cuerpos.
Varias razones motivaron su exclusión. Entre los principales argumentos se encuentran una órbita muy inclinada (17º) y una alta excentricidad (durante breves periodos de tiempo Plutón se encuentra más cerca del Sol que Neptuno). Además, se descubrió que su luna más grande (Caronte) es de un tamaño comparable a la del propio planeta. La relación entre las masas de ambos cuerpos es de 1/9. A modo de comparación, dicha relación entre la Tierra y la Luna es de 1/81 o entre Júpiter y Ganímedes (el satélite más grande del gigante gaseoso) es de 1/12800.
Así pues, no debemos considerar a Plutón como un sistema planetario sino como un sistema binario formado por dos cuerpos. Entre el 2006 y el 2012, gracias al telescopio Hubble, se han descubierto 4 nuevos satélites se añadieron a los reinos de Plutón: Nix, Hidra, Cerbero y Estigia (nombres que le lector podrá asociar al inframundo griego y romano). Se trata de pequeñas piedras en términos espaciales, rocas de tamaño inferior a los 60 km que se ven influenciadas por el efecto de Caronte, además del de Plutón. Esto provoca que el estudio de sus órbitas no se pueda explicar únicamente mediante las leyes de Kepler (i.e. considerar únicamente la atracción gravitatoria de Plutón) y sean necesarios modelos que incluyan el tirón gravitacional de Caronte: como el problema restringido de tres cuerpos.
Dar una buena explicación al movimiento satelital permitirá esclarecer (o al menos proponer nuevas ideas) sobre la formación de dichos elementos. ¿Son objetos extrasolares que fueron capturados por Plutón? o por el contrario, ¿“nacieron” a partir de una colisión entre Plutón y Caronte? También resultará de interés a la comunidad científica añadir luz sobre la curiosa sincronización de sus lunas: todos los habitantes del inframundo están en resonancia danzando al compás. Esto es, por cada vuelta de Caronte cada una de sus lunas da un número entero de vueltas (3 para Estigia, 4 para Nix, 5 para Cervero y seis en el caso de Hidra).
Así pues, a pesar de que ya no es un planeta y que se trata de un objeto lejano, la dinámica de sus lunas no es un problema carente de interés. Varias cuestiones emergen de su estudio tanto relacionadas con el propio planetoide como para futuras misiones (todavía de ciencia ficción) a sistemas solares binarios en los que un planeta orbite a dos estrellas de masas parecidas.