Déjame ser yo para estar contigo

lunes,17 marzo, 2025

Hablar claro, no implica ser hiriente. Hablar claro, es hacer un uso adecuado del lenguaje, siendo respetuoso con tu interlocutor y por supuesto contigo mismo. Saber y aprender a comunicarnos, implica escuchar al otro, estructurando una buena conversación, pues es cada vez más necesario en todos los niveles de la vida, y por supuesto, el personal (Fedor-Simón, 2016). Y es que la comunicación adecuada, positiva y correcta hacía nosotros, en primer lugar, refleja una buena estructura de ideas, y asertividad durante la misma.

No es suficiente hablar, se trata de hacer llegar al interlocutor ideas sentimientos, opiniones, dando lugar a un intercambio mutuo. (Gómez-Fedor (2016, por lo que, dar espacio y tiempo a la respuesta de tu interlocutor, es más que necesario.

Teniendo presente a Rosenberg, las profesoras Castillo y Montero (2020), , además de reconocer en primer lugar las propias necesidades y sentimientos, señalan la importancia de identificar todo ello en una situación de conflicto. Animar a la reflexión es crucial para poder avanzar a encontrar una solución positiva, manejando las emociones en situaciones de puntos de vista encontrados y/o en situaciones de conflicto.

Y si es tanto para la vida cotidiana más que necesario reconocer nuestras propias decisiones, más aún en entornos educativos en los que se están formando los adolescentes. En esta línea, la profesora Danet (2020) siguiendo las enseñanzas de Rosenberg, destaca la importancia de las cuatro fases de la CNV, siendo estas: la observación, sin interpretaciones aleatorias, solo observando los hechos, sin juzgar; posteriormente, es la identificación y expresión de nuestros propios sentimientos; después aparecen las necesidades que sentimientos, nuestros valores sin estar coaccionados por nadie ni supeditados a nadie y, finalmente, es el momento de realizar las peticiones, de forma realista, positiva, afirmativa, obviamente, negociable, sobre lo que deseamos, de manera proporcionada y evitando exigencias o demandas irreales.

Es un hecho constatable que la comunicación está presente en todos los ámbitos y es esencial aprender a utilizarla correctamente desde la infancia, para hacer un buen uso de ella y a su vez, preventivo y correctivo de la violencia. En el entorno escolar, por ejemplo, la reputación tanto del agresor como de la víctima, así como formar parte o no de determinados grupos sociales, influyen en la conducta violenta entre iguales (Estévez, Jiménez y Cava (2016, como se citó en Romero et. al (2018); es decir, que la popularidad y el liderazgo entre iguales, es un tema importante en la vida adolescente. Pero no solo ocurre por la necesidad de tener reconocimiento, pues a veces, hay adolescentes que suelen tener un comportamiento violento en la escuela, debido a que su autoconcepto es bajo, resultándole difícil hacer amigos, siente ser criticado por la familia, inseguros y nerviosos, que dificulta su relación con los demás, facilitando la agresión escolar con sus compañeros (Carrascosa, Cava y Buelga, 2016; Varela, Ávila y Martínez, 2013, como se citó en Castro, Vargas y García ), incurriendo en peleas, amenazas, insultos, fomentar la rumorología, proporcionar un trato indiferente, o contar cosas negativas. La importancia del lenguaje y de cómo nos comunicamos es tal, que desde la Pedagogía, el uso de la comunicación no violenta, potencia el pensamiento crítico-reflexivo, se la considera útil para fomentar la integración, el enfoque colaborativo, además de aumentar la empatía y la expresión emocional (Mikolic, 2017; Stueck, 2010, como se citó en Danet (2020)). Por ello, es esencial enseñar y promover este tipo de comunicación desde edades tempranas y de cara, a las primeras relaciones afectivas que empiecen a iniciarse en la adolescencia. Los centros educativos deben indagar y trabajar sobre los mitos románticos, (Bonilla-Algovia y Rivas-Rivero, 2019, citado en Bonilla-Algobia, Rivas-Rivero y Pascual-Gómez, 2021 ), la igualdad y el sexismo, incluyendo la coeducación en las escuelas (Ugalde et. al., 2019 como se citó en Bonilla-Algobia, Rivas-Rivero y Pascual-Gómez, 2021). En esta línea, en cuanto al grado de tolerancia ante la violencia de género de la adolescencia y juventud, la Delegación del gobierno de la violencia de género (2015), ya señalaba en aquel momento, como inaceptable para los jóvenes la violencia de control (67%). En concreto, jóvenes de 15 a 29 años (con un 33%) “decirle lo que puede o no puede hacer, controlar sus horarios, impedir que trabaje, estudie, mantenga relación con sus amigos/as y familiares” (p.74). Especificando más por ejemplo, respecto al control social, referente al control de horarios, el uso de redes sociales, del teléfono, las relaciones con su entorno, un 17,5% de la muestra (802 participantes) sí, indicó haberlo sufrido en su relación (Reyes-Álvarez, et. al (2024). Ante estos, datos, ¿no sería interesante darles el peso justo a las palabras independientemente de quién procedan esas mismas?, es decir, ¿no sería interesante enseñar en las escuelas a creer en uno mismo, en su propia valía y que nadie desbarate tu esencia por tener comunicaciones violentas?

Así mismo, conocernos personalmente, para saber tratar a los demás. Ponerse en el sitio que te corresponde, es uno de los mayores aciertos que el ser humano puede obtener, pues de esta manera, se entiende que mereces ser tratado con respeto y eso, es la premisa inicial para tener relaciones interpersonales exitosas. (Fedor-Simón, 2016). Tener un buen autoconocimiento, facilita la estabilidad de tu identidad, y nadie merece que dejes de ser quién eres, por los motivos o razones de otro. Los cambios, han de hacerse por voluntad propia y desde la libertad, sin coacciones y evidentemente, con cariño, respeto y potenciando la comunicación no violenta, pues en caso contrario, ¿dónde queda nuestra libertad de descubrir quienes somos? y, lo más importante ¿cómo voy a mantener relaciones afectivas si no le permito que sea quien es?

 

Luz M. Méndez Navarro

Profesora de la Facultad de Educación

Máster del profesorado en Secundaria

Máster Prevención y mediación en ambientes educativos

luzmarina.mendez@unir.net

 

Referencias bibliográficas

Bonilla-Algovia, E., Rivas-Rivero, E., y Pascual Gómez, I. (2021). Mitos del amor romántico en adolescentes: relación con el sexismo y variables procedentes de la socialización. Educación XX1, 24(2), 441-464. https://doi.org/10.5944/educXX1.28514

Castillo, C. y Montero, M. (2020) Comunicación no violenta en situación de conflictos interpersonales: diseño de una escala reflexiva. Vol. 13 Núm. 1 (2020), Trabajos de Investigación, Páginas 255-274 https://revistaseug.ugr.es/index.php/revpaz/article/view/14082

Castro Castañeda, R., Vargas Jiménez, E.,y García Alcalá, J. (2021). El autoconcepto del adolescente, su relación con la comunicación familiar y la violencia escolar. Dilemas contemporáneos: educación, política y valores, 8(spe1), 00017. Epub 26 de marzo de 2021.https://doi.org/10.46377/dilemas.v8i.2570

Danet, A. (2020) La comunicación no violenta entre teoría y práctica. Una revisión sistemática. Vol. 13 Núm. 1 (2020), Artículos, Páginas 35-55 https://revistaseug.ugr.es/index.php/revpaz/article/view/9547

Delegación del gobierno de violencia de género (2015) Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud. https://violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaencifras/estudios/colecciones/percepcion/

Fedor-Simón, J. (2016). La Comunicación. Salus, 20(3), 5-6. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=375949531002

Reyes, P., Amaro, A., Martínez-Heredia, N. y Corral-Robles, S. (2024). Adolescentes ante la violencia y los mitos del amor en las relaciones de noviazgo. Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, 45, 99-113. DOI:10.7179/PSRI_2024.45.05

Romero-Abrio, Ana, Musitu, Gonzalo, Callejas-Jerónimo, Juan Evaristo, Sánchez-Sosa, Juan Carlos, y Villarreal-González, María Elena. (2018). Predictive factors of relational violence in adolescence. Liberabit, 24(1), 29-43. https://doi.org/https://doi.org/10.24265/liberabit.2018.v24n1.03